UNIDAD 2
Concepciones filosóficas del hombre a
través del tiempo.
Propósito:
Al finalizar la unidad, el alumno
identificará los principales paradigmas del saber filosófico, así mismo,
analizará a sus principales filósofos y obras representativas para describir su
relación desde su perspectiva histórica.
“La
Filosofía es una actividad para la transformación del mundo.”
Por
medio de la Filosofía el hombre puede llegar a cuestionarse sobre lo que es su
existencia, su vida, creación y objetivos. De este modo llega a un conocimiento
acertado de las razones del mundo, físicas o emocionales, dedicándose a la
búsqueda de la sabiduría, no como sabiduría en sí, ni como un todo, ni como un
hecho, ni como concepto; sino como algo profundo que lo oriente sobre el comportamiento
de la naturaleza y de sí mismo, mediante la reflexión, el cuestionamiento,
razonamiento y la investigación.
Al recorrer la segunda unidad pretendemos
que adquieras los conocimientos necesarios para identificar los principales
paradigmas del saber filosófico, así como sus principales filósofos y obras
representativas y describas dicha relación desde su perspectiva histórica.
ð Entre los conocimientos más sobresalientes
de esta unidad se encuentran temas como:
ð Las diferentes concepciones antropológicas
del hombre.
ð El origen de la sociedad.
ð La historia de la Filosofía, su importancia
y utilidad.
ð
Los principales representantes filosóficos
a través de la historia.
ð Las corrientes filosóficas contemporáneas.
1. Distinguirás las concepciones del hombre
y establecerás una visión propia del mismo.
2.1 Concepciones antropológicas del hombre.
2.1.1. Filosófica.
2.1.2. Teológica.
2.1.3. Cientificista.
2.1.4. Ontológica.
2.2 Origen de la sociedad.
2.1 Concepciones antropológicas del hombre.
La antropología es una ciencia que estudia
al hombre en su totalidad, incluyendo los aspectos biológicos y
socio-culturales como parte integral de cualquier grupo y/o sociedad. Su objeto
de estudio es compartido con otras ciencias como la Biología, la Psicología, la
Historia, la Economía o la Política, entre otras. Sus interrogantes se centran
en el hombre como miembro del reino animal y en su comportamiento como ser
social.
La diferencia de la antropología con otras
disciplinas dentro de las ciencias sociales es su carácter global y
comparativo. Como resultado de su experiencia intercultural, los antropólogos
han desarrollado investigaciones que permiten comprender los fenómenos
culturales de otras culturas y la propia. Por ello, el conocimiento
antropológico desarticula aquellas ideas y teorías basadas en nociones
etnocentristas y construcciones estrechas del potencial humano, y posibilita a
través de la investigación comprender los orígenes de la desigualdad social en
forma de racismo, sexismo, explotación, pobreza y subdesarrollo.
Una parte más compleja de la antropología
es la etnología, la cual realiza estudios comparados de los pueblos con
características diferentes. En su aspecto
teórico se dedica al problema de explicar las semejanzas y diferencias que se
encuentran en estas culturas incorporando nuevas perspectivas y marcos
teóricos, como por ejemplo el papel del individuo en la sociedad y la relación
de la personalidad en
relación con esta sociedad.
2.1.1 Antropología filosófica.
La antropología filosófica pone como centro
de su reflexión al ser humano. Busca comprender al hombre como un ser que vive
y sabe que vive. El saber es la dimensión propia del hombre. Él es el único ser
que necesita comprenderse para saber quién es, quién quiere ser y qué puede
realizar.
El hombre percibe su vida como una
posibilidad única, en la que ganarse o perderse dependen de sí mismo. Este
impulso hacia el saber brota de la conciencia de su propia finitud, es decir,
de saber que no es dueño del tiempo y, por tanto necesita diseñar su vida. La
antropología filosófica reflexiona acerca de la existencia humana, la cual es
compleja y problemática.
Las preguntas “¿Quién soy?”, “¿Quién quiero
ser?”, son propias del modo de existir del hombre. Por eso la antropología
filosófica se pregunta por aquellos que determinan y posibilitan la existencia
humana, en la cual reside la dignidad propia del hombre. La representación que
cada uno tiene del hombre está plasmada de valores y fines, que orientan
nuestra acción.
No hay ningún hombre que exista sin tener
que comprender. La necesidad de saber no es ajena al hombre, lo constituye. La
subjetividad humana es aquélla que interpreta, lo cual implica una toma de
posición respecto de sí y de los otros. De este modo, los hombres vamos dando
significado a nuestras acciones, elecciones, tareas; transformando el tiempo de
nuestra vida en historia. En la vida de cada hombre se seleccionan unos
momentos y se olvidan otros, se van armando estructuras significativas desde
donde se comprende el pasado y se proyecta el futuro. La vida humana es un
acontecer que se va narrando, es historia. La antropología filosófica es
necesariamente histórica. Recopila lo que el hombre ha dicho de sí mismo y lo
interpreta desde el presente. La antropología debe hacerse cargo de esta
dimensión histórica del hombre, de la red de significados que se van
constituyendo en el tiempo.
“La antropología filosófica no crea ni
inventa los problemas del hombre. Los encuentra, los reconoce, los asume, los
examina críticamente.”
”La imagen del ser humano no es una
creencia que nos venga desde afuera, es el conjunto de ideas prácticas,
plasmado de valores y fines que constituyen la autointerpretación que hace de
sí mismo el ser humano”.
2.1.2 Antropología teológica.
A través de todos los tiempos, el hombre ha
tenido la preocupación de recorrer los intrincados caminos del misterio que
representa su propia existencia. La teología interactúa con otras ciencias
antropológicas aportando la respuesta a través de la palabra revelada de que el
hombre es una criatura que debe ser interpretada dentro del ser y el actuar del
mundo.
La diferencia de la antropología teológica del
resto, es que mientras ésta estudia al hombre a la luz de la revelación, las
demás se limitan a estudiar los datos que suministran la experiencia y la razón
humana.
2.1.3 Antropología cientificista.
La "concepción cientificista del
universo", surge del impacto que la mecánica de Newton causó en
el ambiente científico de los siglos XVII y XVIII. La ciencia de
la mecánica al describir el movimiento de los cuerpos y predecirlos dio un
contundente ejemplo de lo que debe ser una ciencia. No obstante, el impulso
científico es avasallador y traspasa la frontera de lo medible y la
experimentación.
La pretensión de sumisión de todo hecho
humano, y en general de toda la realidad a un modelo mecánico era un asunto que
tomaba forma en la mente de los intelectuales desde mucho antes del momento
histórico que nos ocupa. Se ha hablado del fracaso de la concepción de un mundo
regido por excelencia en leyes que regulan el orden moral y la conducta humana.
Sin embargo, en la formación de las ciencias del siglo XIX la ideología
cientificista es un punto decisivo, puesto que por su influjo se desarrolló la
medicina científica, la fisiología y la físicoquímica.
Detrás de la concepción científica del
mundo, está la unidad de las ciencias, por lo menos las que aplica el método
científico de la experimentación.
A partir del siglo XIX se
consolidaron las ciencias humanas y el surgimiento de una serie de posturas
antropológicas, que manifestaron una interrogante: ¿cómo hablar del hombre en
medio de tantos discursos sobre él? ¿Cómo se articula la antropología
filosófica con las otras y con las ciencias que hablan acerca del hombre? La
antropología filosófica contemporánea se ha ido haciendo cargo de los aportes
de estas ciencias, ubicándose en el cúmulo de saberes que nos ofrecen,
preguntándose en qué modifican el concepto que el hombre tiene acerca de sí.
El hombre es el producto de determinaciones
biológicas, psicológicas, sociales, culturales; y la posibilidad de realización
de deseos y libertad. Mientras que las ciencias aportan cada día más datos
específicos respecto de tales determinaciones, la antropología filosófica
reflexiona tratando de integrarlos.
El hombre, a partir de lo que es, se
proyecta hacia lo que no es aún y desea ser. Estando determinado, viviendo en
una situación concreta, es un aquí y un ahora. Está impulsado a
construirse a sí mismo, a ser él mismo con los otros, dándose libertad para
hablar y desear, trabajando en la construcción del mundo como un espacio
habitable y digno.
2.1.4 Antropología ontológica.
Para el realismo ontológico, la realidad
existe independientemente de que la ciencia pueda proporcionar conocimiento sobre
ella e independientemente de que los humanos tengamos la capacidad de
observarlas. Las teorías científicas permitirían, en función del paradigma
epistemológico en que nos situemos, descubrir o acercarnos a esta realidad.
La Ontología antropológica prescribe la
corrección de lo que el ser humano está llamado a ser, lo cual se configura
como una descripción de lo que es adecuado para el hombre y le corresponde.
2.2 Origen de la sociedad.
Origen no sólo significa nacimiento,
comienzo o principio en el tiempo de algo, sino que indica la causa de ese
nacimiento. El origen de la sociedad plantea tanto la cuestión de su principio
en el tiempo, cuándo y en qué circunstancias aparece, como de dónde se deriva o
de quién es creación, lo que también comporta, en principio, una respuesta al
aspecto anterior.
La primera cuestión se traduce en
estas y
otras interrogantes similares:
¿Es anterior el hombre a la sociedad,
o al
contrario, la sociedad al hombre?
En el primer caso, ¿apareció con el
hombre o
ha habido algún tiempo en
el que aquél haya vivido solitario?
Dentro de las
formas sociales
esenciales, ¿es anterior la familia a la
organización política
o al revés? Se
ha formulado el hombre estas
preguntas y ha intentado responder
a
ellas con diversas teorías de carácter
especulativo que, dejando a un
lado
las distintas explicaciones de carácter religioso, implican una concepción
sobre la naturaleza del hombre y sobre la causa de la sociedad y, por tanto, al
no ser propiamente científicas, constituyen más bien teorías sobre el origen de
la sociedad.
El problema del principio de la sociedad en
el tiempo, en cuanto se trata de una cuestión de hecho, empírica, que tuvo
lugar anteriormente a los tiempos históricos, cae dentro del campo de las
ciencias que estudian los orígenes del hombre y sus formas de vida primitivas,
la Antropología y la Etnología, apoyadas en la Paleontología; desde
una perspectiva de fondo, cae en el área de la Filosofía social, a la
que corresponde el conocimiento de las razones últimas de la sociedad.
La Etnología y la Antropología no
suministran hasta ahora una respuesta directa y categórica a las interrogantes
señaladas; incluso, parece muy difícil que lleguen a dar una solución
definitiva a los mismos. La enorme cantidad de años transcurridos desde la
aparición del hombre en la tierra y la ausencia de todo dato histórico hacen
que, según su situación presente, puedan únicamente formular a lo sumo
hipótesis más o menos probables e inferencias más o menos lógicas derivadas del
estudio de las sociedades.
“...Por lejos que nos remontemos en el
pasado histórico, encontramos al hombre siempre viviendo en sociedad. Las
investigaciones arqueológicas o folklóricas en la protohistoria y en la
prehistoria nos demuestran el mismo hecho...” 28
Los antecedentes de la primera posición se
remontan a la Filosofía griega. El origen de la sociedad no se deriva de una
exigencia de la naturaleza del hombre, pues su estado natural es una condición
antisocial, en la cual la persona humana lleva una vida solitaria, pobre, tosca,
embrutecida y breve, extra social, esencialmente bárbara e insegura; en la que
el hombre vivía libre, despreocupado y errante sin necesidad de sus semejantes.
Por tanto, es una consecuencia de su libre voluntad mediante un pacto o
contrato establecido con sus semejantes con el fin de librarse de las miserias
e inconvenientes del estado de la naturaleza.
En
cuanto a la segunda posición; la sociedad como organismo, resultado necesario
de la evolución, tiene entre sus principales representantes los componentes de
la escuela
sociológica evolucionista, para los cuales el origen de la sociedad como
superorganismo es el juego de las fuerzas ciegas de la evolución a la que está
sometida gradual y progresivamente toda materia orgánica e inorgánica. Una vez
originada, la sociedad sigue sometida a la misma ley de la evolución, que la
hace pasar de formas simples de organización a otras más complejas.
Tanto
en una como en otra teoría se reconoce un fondo de verdad; en cuanto la
primera, la del contrato social, llama la atención sobre el papel necesario de
la razón y libertad del hombre en la aparición concreta de la sociedad. En
cuanto la organicista evolucionista insiste en el enraizamiento del fenómeno
social en la naturaleza del hombre, en su necesidad y en la ley de su progreso
y desarrollo. El carácter unilateral de ambas, las hace inaceptables como
explicación exclusiva y única del origen de la sociedad y, si bien son
opuestas, ambas dan lugar a una concepción positivista y totalitaria de la vida
social y del Estado.
La
tercera posición es la que mejor refleja la verdad de las cosas.
Carácter
natural y voluntario del hecho social.
Esta
posición entronca con los grandes pensadores griegos, y fue especialmente
desarrollada por los autores cristianos, tanto los Padres de la Iglesia como
los escolásticos, como parte de la doctrina sobre el Derecho natural. Esta
teoría afirma que la sociedad es una derivación y exigencia fundamental de la
naturaleza humana, de manera que el hombre tiende a la sociedad y no puede
existir sin ella. De ahí que, vida humana y fenómeno social, sean
coextensivos y no tenga sentido plantearse el problema del origen histórico de
la sociedad en general.
La
socialización del hombre es un reflejo de su vocación comunitaria, una consecuencia
de la esencial unidad humana que le lleva a vivir fraternalmente con sus
semejantes comunicando y compartiendo con ellos los dones y bienes que posee y,
por tanto, algo que implica no sólo conciencia de debilidad, sino un punto de
vista altruista. El hombre es social por naturaleza, no sólo porque necesita
absolutamente de los demás, sino también porque está unido por vínculos
naturales esenciales con todos los hombres. Forma con ellos una comunidad y
entra en su primer y principal obligación: darse y entregarse a los demás,
entrega que depende su propia perfección.
2. Reconocerás la Filosofía como historia e
identificarás las formas de pensamiento del hombre a través de las épocas.
2.3Historia de la Filosofía.
. 2.3.1 Importancia.
. 2.3.2 Utilidad.
2.4 Principales representantes filosóficos
a través
de la historia.
2.3 Historia de la Filosofía.
La historia de la Filosofía consistente en
el estudio de todas las ideas y sistemas de pensamiento racional creados desde
la época en que el modo de explicar los fenómenos de la naturaleza comenzó a
prescindir de los mitos para apoyarse, sobre todo, en la razón. Este gran paso
de la mitología a la verdad comprobada se le conoce como "El paso del
mito a logos".
En sentido estricto, el inicio de la
historia de la Filosofía occidental se sitúa en Grecia hacia el siglo VII a.C.,
en las colonias de Jonia. Suele considerarse como primer filósofo a Tales de
Mileto, uno de los siete sabios de Grecia, que fue además astrónomo y
matemático.
Los grandes períodos en los que se suele
dividir la historia de la Filosofía occidental no son absolutamente precisos,
ya que el pensamiento filosófico no ha seguido una evolución lineal, sino en
bucle; con avances y retrocesos. La Filosofía griega abarca desde el siglo VII
a.C. hasta el siglo III a.C.; pero su influencia se ha prolongado hasta
nuestros días, debido sobre todo al pensamiento y la escuela de Platón y
Aristóteles (siglo IV a.C.). La principal característica de la Filosofía griega
es el esfuerzo de la razón humana por explicar todos los fenómenos cósmicos y
humanos mediante análisis y argumentos racionales, sin acudir a explicaciones
de carácter mítico o religioso.
El período del pensamiento cristiano dominó
en Occidente desde el siglo I hasta el Renacimiento (siglo XV). Las figuras
principales del pensamiento cristiano y católico que más han influido en la
cultura han sido Agustín de Hipona y Tomás de Aquino. La característica
principal de este período fue la subordinación del pensamiento filosófico a la
teología católica, poniendo toda la cultura humana al servicio del catolicismo
y de la Iglesia.
El período de la Filosofía moderna se
inaugura con Descartes en el siglo XVI y se centra, sobre todo, en la reflexión
sobre el conocimiento y sobre el ser humano. La revolución científica que
propició la aparición de la Filosofía moderna y que va desde el siglo XV al
XVII fue uno de los impulsos renovadores más importantes de la historia cultural de Occidente y de toda
la Humanidad. Otro de los movimientos filosóficos más importantes fue la
ilustración de los siglos XVII y XVIII en Europa. Los filósofos ilustrados que
más contribuyeron a la evolución filosófica de Occidente fueron Hume y Kant,
que situaron el esfuerzo de la razón humana dentro de los límites del empirismo
y del racionalismo.
Si entendemos que la palabra Filosofía, en
su acepción etimológica significa “amor al saber”, entonces es probable que
todos los seres humanos sean filósofos, pues todos nos planteamos las grandes
preguntas sobre la vida. Sin embargo, la Filosofía entendida como un conjunto
de escuelas o de pensamientos más o menos abstractos, encuentra lugar en varias
regiones y culturas distintas. De esta manera, en antigua China destacan las
figuras de Confucio, Lao y Mencio, mientras que en la India son importantes
Buda y Mahavira. Antes de ellos, puede considerarse a la astrología babilónica
como una escuela filosófica, en tanto es una suerte de respuesta a la
naturaleza del Universo. También existe una cierta vena filosófica en ciertos
escritos hebreos, como por ejemplo en el Libro del Eclesiastés, en la Biblia.
El mundo griego anterior a la aparición de
la Filosofía vivía instalado en la actitud mítica. A través de los mitos el
hombre conseguía dar una explicación a los distintos acontecimientos de su vida.
Y aunque los dioses son arbitrarios en su conducta, se pueden controlar
mediante ritos y plegarias.
El gran acontecimiento espiritual que
inician los griegos entre los siglos VII y VI a.C. consiste en intentar superar
esta forma de mostrarse ante el mundo, con otra manera revolucionaria que
apuesta por la razón como el instrumento de conocimiento y de dominio de la
realidad.
No obstante, no hay que creer que la
actitud mítica desaparece completamente a partir de esta fecha, más bien ocurre
que son unas pocas personas las que viven en el nuevo y revolucionario modo de
pensar, y que éste poco a poco se va haciendo más universal. Aún más, la
actitud mítica todavía no ha desaparecido en nuestra época.
Así pues, frente a la explicación mítica
del mundo, en el año 625 a.C. aparece la actitud racional.
Los griegos descubren que las cosas del
mundo están ordenadas siguiendo leyes. El mundo es un cosmos, no un caos, por
lo que un cuerpo no se manifiesta primero de una manera y luego de otra
completamente distinta, sino que en su manifestación hay cierto orden, según su
esencia o naturaleza.
Con los griegos aparece por primera vez el
pensamiento en todas sus manifestaciones (Ciencia, Filosofía, Matemáticas). Las
cuestiones filosóficas fundamentales y las posibles soluciones que se pueden
dar a ellas, ya se encuentran en la Filosofía griega, y en gran medida en
Platón. Lo característico de la Filosofía griega fue su preocupación por
comprender el ámbito de la naturaleza, el cual podemos alcanzar o por el uso de
los sentidos, o mediante el uso de la razón. Los primeros filósofos, que son
anteriores a Sócrates, se llaman presocráticos y descubren el carácter
ordenado, legal y racional del mundo; y en el hombre, un instrumento que ha de
servir tanto para el conocimiento como para la vida práctica (moral y
política): la razón.
2.3.1. Importancia de la Filosofía.
La Filosofía podría ser considerada la
madre de las ciencias, ya que desde tiempos muy remotos un cierto grupo de
personas se han encargado de crear y resolver ciertas interrogantes en su
mayoría sobre el por qué de la vida. La Filosofía fue evolucionando poco a
poco, hasta considerarse una ciencia que ha dado origen a las ciencias que hoy
conocemos.
El hombre creó la Filosofía por el simple
hecho de intentar resolver diversas preguntas sobre el tiempo, el espacio, el
universo y las causas y reacciones de cada acontecimiento. Por otra parte,
intentar encontrarle respuesta a la pregunta que el hombre se ha hecho durante
su existencia ¿Por qué estoy aquí? Esta pregunta ha llevado a varias respuestas
tanto científicas como religiosas, pero lo que hace imposible resolverla es el
hecho de encontrar el verdadero significado de la vida y de la existencia
misma.
2.3.2. Utilidad de la Filosofía.
Hasta el momento tan sólo hemos mencionado
su capacidad para enseñarnos a vivir con nuestras dudas, no ignorándolas ni
pretendiendo hallar respuestas para todas, sino proporcionando un equilibrio
entre ambas.
"...Desde que el hombre ha sido capaz
de la especulación libre, sus actos -en muchos aspectos importantes- dependen
de sus teorías respecto al mundo y a la vida humana, al bien y al mal (...).
Para comprender una época o una nación, debemos comprender su Filosofía (...).
Hay una conexión casual recíproca. Las circunstancias de las vidas humanas
influyen mucho en su Filosofía y, viceversa, la Filosofía determina las
circunstancias...”
La ciencia nos refiere lo que podemos
saber, más lo que podemos saber es poco, y si olvidamos cuánto nos es imposible
saber, nos hacemos insensibles a muchas cosas de la mayor importancia. La
teología, por su parte, aporta una fe dogmática según la cual poseemos
conocimientos en los que, en realidad, somos ignorantes; y con ello crea una
especie de atrevida insolencia respecto al universo.
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